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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

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Hace días que quiero contaros cómo me siento, pero qué difícil hacerlo cuando ni yo misma sé definirlo. Me siento rara, desubicada, dolorida y expectante.
Físicamente fatal y con mucho dolor. Anímicamente bien, aunque el dolor no me permite estar como yo quisiera.
Esto no tiene nada que ver con la comida, es más bien un tema de crecimiento personal. Me siento bloqueada y limitada por el dolor, que, al mismo tiempo, quiero creer que tiene una finalidad en este momento. Por alguna razón está aquí. Todo pasa por alguna razón.
Y quiero creer que me siento aprisionada, como un bebé encajado en el canal de parto, o taponada, como el capullo en el que el gusano inicia su transformación en mariposa.
Sé que esta sensación tan rara de falta de energía y de embotamiento es la preparación o proceso para algo mejor que está por llegar. ¿El qué? No lo sé. Supongo que toca esperar…
Os lo explico porque alguna me habéis dicho que se me nota rara en mis publicaciones y algo ausente. Sabéis que soy transparente. Pero no quería que os quedaseis con la idea de que algo va mal, porque no es así. Sólo hay que esperar y ver que llega. Y seguir haciendo lo que puedo con lo que tengo.