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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Llevo tres años compartiendo imágenes y mi opinión en redes sociales y creo que nadie podrá decir que ha leído jamás un texto mío con sesgo político. Eso es por varias razones, la primera porque trato de evitar temas comprometidos y que levanten polémica, y la segunda es que no tengo una tendencia política definida. Con los políticos me pasa como con los hombres, mira, que me cuesta horrores encontrar uno que me guste.

Que no sea de izquierdas ni de derechas debo agradecérselo a mi madre. La pobre mujer tuvo muchas más cosas de las que preocuparse que de la política. Aunque a ella siempre le gustó Suárez, porque decía que era íntegro y honesto (y da igual que lo nombre porque el 80% de mis lectores ni sabrán quién era Adolfo Suárez). Es decir, admiraba sus valores. Eso no nos lo pone muy fácil a las siguientes generaciones, ya que los valores no abundan precisamente en los políticos actuales.

Es por eso que, en los casi 30 años de los que disfruto del derecho al voto, he votado en blanco o nulo. Para mí, es un modo de protesta. Es decir que no renuncio a mi derecho al voto, ya que muchas personas dieron la vida para que todos nosotros, y más aún las mujeres, ahora podamos ejercer ese derecho; pero también es dejar constancia de que ninguna fuerza política me transmite la suficiente confianza como para depositarles mi voto. Lo siento, pero ninguno de los que he visto en las papeletas esta mañana quiero que me representen, ni a mí, ni a mi país.

Porque yo soy española, y me siento orgullosa de mi país y de mi gente, pero avergonzada de la clase política y de sus pocos escrúpulos. Soy española de las que llevan una cinta de la Virgen del Pilar con la bandera de España en mi coche, sin ser católica ni de derechas, aún cuando no juega la Selección, porque para mí son símbolos de mi tierra y de mi gente.

Y os decía que agradezco a mi madre el habernos educado en esta libertad política, porque es bastante común que las afinidades políticas se hereden y que familias enteras sean de una misma tendencia. Crecer sin ideologías heredadas te da la oportunidad de crear las tuyas, o la ausencia de las mismas, desde la total libertad, como un folio en blanco.

En política, como en deporte, especialmente en el fútbol, es muy curioso ver los comportamientos y fanatismos cuando estás totalmente fuera de su burbuja. Recuerdo de jovencita ver partidos de fútbol con amigos donde todos aseguraban que un jugador del equipo contrario se había tirado para perjudicar a nuestro equipo local. Os juro que parecía que veíamos distinto partido. «Pero tú, ¿con quién vas?» me decían. Pues con nadie. Pensaba que se trataba sólo de ver fútbol y de celebrar los éxitos de tu equipo y reconocer cuando lo hace mal, no de insultar al árbitro o al equipo contrario cada vez que el juego no va a nuestro favor.

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Algo muy parecido pasa con la política. Resulta que el derecho al voto se convierte en una obligación. Y, aparte de la campaña de nuestros políticos, llevamos varias semanas sufriendo la campaña de nuestros amigos en Facebook en contra de las abstenciones. Confieso que sólo una vez me abstuve de votar, fue en las anteriores elecciones y mirad la que lié. No se me volverá a ocurrir.

Ahora que ha finalizado la campaña pre electoral de nuestros contactos en redes sociales, comienza la de los insultos, la de demostrar que todo el que no piense como ellos es un inculto y el culpable de la crisis que padecemos. Curiosa forma de querer cambiar un país si no comenzamos por respetar la democracia y las opiniones e ideologías de los demás. Hace 29 años que soy mayor de edad y nunca he visto a este país levantar cabeza, ni sacar partido a todo el potencial que tiene. Pero tengo amigos que me aseguran que los de su partido sí que nos sacarían de esta penosa situación. Oye, ¿pero en 29 años no les ha tocado estar en el poder a los tuyos? porque  a ver si han gobernado siempre los mismos y yo no me he enterado.

No nos libramos ni los que votamos sin posicionarnos «Así no se resuelve nada», «Elige al que menos te desagrade, pero elige a uno». Primero, no pretendo resolver la situación de mi país con mi voto, ya sea en blanco o rosa fuchsia. Segundo, ¿por qué he de elegir al menos malo? Si elegir candidatos es un derecho ¿por qué algunos lo convierten en una obligación?

Evidentemente, lo ideal sería un reparto en el que los votos nulos, en blanco y abstenciones supusieran escaños sin ocupar, plazas desiertas. Porque eso es, en realidad, lo que estamos diciendo, que no queremos que ninguno de los candidatos se siente en ese sillón para pagarle por calentar el cuero, entre cabezadas, mientras este país se va a la mierda. Y sí, la abstención o el voto en blanco, también es un derecho.