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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD
Justo antes de apagar la luz de la habitación del albergue, alguien dijo que esa noche cambiaba la hora… ¿En serio? Mientras ellas decidían si levantarse a las 7:30 o las 8, yo puse mi móvil a las 6:40.
Me he levantado y he sacado todo de la habitación y he montado ksa mochila en el pasillo para molestar lo menos posible. He ido al comedor a desayunar, y he estado sola.
Al salir me he dado cuenta de que era de noche cerrada (algo que ni había previsto con el cambio horario), así que he dejado a mano la linterna y he emprendido camino. Dos chicas iban no muy lejos de mí.
Tenía mucho dolor en varias zonas de los pies, hasta el punto de ir coja del pie izquierdo. En cambio ya no me dolía el nervio ciático.
Ha sido muy bonita la sensación de caminar mientras amanecía. Por la noche ha llovido mucho y han salido babosas y caracoles, la hierba estaba llena de gotitas de lluvia y he hecho muchas fotos.
Ha vuelto a ser una etapa de muchas cuestas pedregosas. Requieren esfuerzo físico, sí, pero también mental, ya que nunca ves el fin y, cuando crees verlo, resulta que la cuesta continúa.
Ha habido muchos cambios de temperatura y me he quitado y vuelto a poner varias veces el polar. Cuando llevaba dos horas andando, he vuelto a poner vaselina en los pies y a quitar las planillas de la zapatillas. Ya no sé qué hacer para sentir menos dolor.
Tras 6 horas y media he llegado a Estella. Allí me he acercado al trabajo de Ana, una seguidora de Facebook, que me había dicho de vernos y me ofreció su casa.
Ha sido encantadora conmigo. Faltaba un poco para que saliese del trabajo, así que he ido al albergue a registrarme y ducharme y me ha invitado a una vinoteca a tomar vino y queso del bueno. ¡Qué amor de mujer, gracias Ana!
He rechazado su ofrecimiento de dormir en su casa porque mañana madrugo y no quiero molestar, además así me organizo mejor.
He visto que llevo una ampolla incipiente en la planta del pie izquierdo, así que me he cruzado Estella, que es preciosa, para comprar apósitos en la única farmacia de guardia. En zuecos de plástico y sin calcetines, como ayer, en un intento de aliviar mis pies.
Sólo los más íntimos y Ana lo saben, pero mañana voy a hacer mi quinta etapa hasta Los Arcos y tengo que aguantar, así que hay que proteger estos pies.
Estoy en el albergue de los Padres Reparadores, por 6 euros está genial y a la entrada del pueblo. Hay dos personas enfermas con fiebre en mi habitación, el agotamiento del Camino empieza a hacer estragos entre los peregrinos.
Hoy he visto a la pareja catalana que también se alojan aquí, aunque no hemos podido hablar casi. Y también he visto a Agustín con sus niñas cuando entraban a Estella.
La mayoría de los peregrinos finalizan viaje aquí, casi todos estamos aprovechando la Semana Santa y se acaban los días de vacaciones. Unos pocos seguiremos mañana hasta Los Arcos y ahí el número caerá en picado.
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