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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Los compañeros de habitación salieron a tomar algo y volvieron justo a las 12, hora en que cierran el hostal. Estuvieron hasta las 12:30 cuchicheando y revolviendo hasta que se acostaron.

Esta mañana ha sonado mi despertador a las 6:30 y me ha costado casi el doble preparar la mochila a oscuras y tratando de no despertarlos.

A las 7 y poquito salía del hostal y a las 7:30 me incorporaba al Camino por la calle Estafeta. La salida de Pamplona ha sido interminable y, curiosamente, he adelantado a dos mujeres que también iban solas. No es lo habitual, ya que hasta hoy no recuerdo haber cruzado más que a una mujer haciendo el Camino sola.

La etapa no pintaba bien. Me he despertado varias veces esta noche porque me dolía el nervio ciático desde el glúteo hasta la rodilla. Eso es de mi hernia discal, a pesar de lo contenta que yo estoy de que no me está doliendo nada y con la mochila voy genial, a pesar de llevar 9 kilos y pico.
Me sentía agotada, noto que ya no descanso bastante por la noche y el dolor y fatiga se acumulan y no desaparecen.
Tengo mucho dolor en los pies. Aparte de mis dolores habituales, tengo rozaduras y zonas hiper sensibles. Aunque, gracias a la vaselina, no tengo ni una sola ampolla.

A los pocos metros ya me he tenido que quitar el polar y la mañana ha sido de mucho calor, incluso he estado a punto de vaciar la mochila para sacar la única camiseta de manga corta que he traído, ya que ando con una térmica siempre.

La etapa completa la he hecho con bastones, a excepción de los tramos urbanos. Por favor, imprescindibles los bastones de trekking para el Camino. Yo era anti bastones antes del Camino y ahora reconozco que no sé si hubiese completado alguna etapa sin ellos. Eso sí, hay que aprender a usarlos y yo lo he hecho sola. Hay quien los lleva igual que un abuelo su bastón, pero son una ayuda inestimable amortiguando las bajadas y tirando de nosotros en los ascensos y descargando los cuádriceps. Eso sí, hay que usar los brazos con fuerza y se cargan, así como las palmas de las empuñaduras, por muy bien acolchadas que estén.

Esta etapa está llena de cuestas, tanto en ascenso, como en descenso, todas ellas empedradas y muy dificultosas (al menos para los que no estamos acostumbrados a hacer montaña).

Tras andar bastante en llano, se llega a un repecho que apura bastante. Un ciclista ha soltado ¡Hostia puta! al llegar arriba. La verdad es que la expresión define perfectamente la pendiente. Al llegar arriba me he puesto de nuevo vaselina en los pies, a ver si aliviaba el dolor de las rozaduras. Pero no.

Tras una cuesta de casi 2 kilómetros se llega al Alto del Perdón, punto emblemático de la etapa donde las vistas son magníficas y he podido hacerme la foto típica con las figuras de hierro de los peregrinos. Ahí está la Fuente de la Teja, donde cuenta la leyenda que el diablo se aparece a los caminantes en forma de peregrino para hacerles abandonar el Camino. Yo no lo he visto. Lo que sí que había es un puesto ambulante donde he podido tomar una cola zero y un croissant que me han sabido a gloria.

Seguido bajamos una cuesta de grandes piedras que se hace interminable.

Llevaba cinco horas andando sin pasar por un baño, así que en el primer pueblo que hemos cruzado con bar, me he tomado otra cola zero, me he vuelto a dar vaselina en los pies, he sacado las planillas del podólogo de las zapatillas para ver si mejoraban las rozaduras.

Cuando he entrado en ese pueblo iba medio arrastrando los pies, agotada. Pero llevaba sólo dos tercios de la etapa, a pesar de llevar ya cinco horas caminando, que es lo que me ha costado cada una de las anteriores etapas.

A partir de aquí, cada dos kilómetros, más o menos, atravesaba un pueblo, lo que te ayuda a orientarte en espacio y tiempo.
A las siete horas y media de comenzar a andar, he entrado en Puente la Reina. Me he cruzado el pueblo entero buscando el albergue que había reservado, y al final he tenido que desandar porque lo había apuntado mal y lo había pasado de largo.

Tras registrarme en el albergue, me he duchado, he organizado la comida y he salido a comer calzada con los zuecos de plástico sin calcetines. Necesitaba airear mis pies, aunque me duelen también con este calzado.

He tomado un plato combinado y una jarra de cerveza con limón que me ha sabido deliciosa. He estado en el mismo sitio editando las fotos del día y, al igual que ayer, al levantarme no podía caminar, parecía el anuncio de las muñecas de Famosa cuando se dirigen al Portal, así que me he venido al albergue a descansar y cargar el móvil.
Comparto habitación con otras siete mujeres que viajan en pareja cuatro de ellas y otras tres juntas.
Cada vez me alegro más de viajar sola. Es cierto que ir con gente es un buen apoyo, se animan, se ayudan, se hacen masajes en los pies, se curan heridas unos a otros… Pero me cansa el alboroto que montan siempre. Prefiero mi silencio, al igual que en el Camino, he observado que procuro no ir cerca de grupos o parejas, cosa complicada porque pocos vamos solos, ya que las conversaciones que llevan, de lo más insustanciales, siento que perturban esa paz y silencio que yo tanto valoro. Cada cual hace su Camino como quiere, así que todo me parece respetable, pero yo quiero el mío en soledad y silencio.

Sinceramente, sigo sin encontrar ese punto espiritual y de crecimiento vine buscando. A pesar de eso, estoy contenta por las muchas fotos que estoy haciendo, por la experiencia y me siento muy orgullosa de mí misma y de estar logrando mi reto personal.

Por la tarde salgo a dar una vuelta por el pueblo con mis zuecos y sin calcetines. Es con lo único que puedo caminar.

Cuando vuelvo al albergue a dormir, me voy a cortar la uña de un dedo del pie porque me hacía daño y yo creía que igual estaba larga, he debido de pinchar un poco con la punta de la tijera y ha empezado a salir una gota roja. Para ser sangre tenía aspecto de aguada, así que deducido que era una ampolla bajo la uña. Ha salido bastante líquido y en el mismo dedo del otro pie debo de llevar otra porque siento el mismo dolor y lo noto un poco abultado. Espero que mañana no haya muchas cuestas hacia abajo.
Mañana toca la etapa 4: de Puente la Reina a Estella.
 
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