Clase online GRATUITA de acceso INMEDIATO

8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

image
Saliendo de la consulta de mi psicóloga. En esta sociedad, en la que demonizamos las enfermedades mentales y nos cortaríamos una mano antes que reconocer que vamos al psiquiatra, psicólogo o nos empastillamos, yo rompo una lanza y cuento ante mis cinco mil seguidores que tengo psicóloga y psiquiatra, a los que visito periódicamente, y me he medicado durante cinco semanas con ansiolíticos y antidepresivos.
Me reconozco emocionalmente vulnerable y trabajo desde hace años, antes sólo con mi trabajo personal y ahora con la ayuda de profesionales, para superarlo.
¿De qué debería avergonzarme? Toda persona necesitaría un psicólogo  Yo, no sólo lo reconozco, sino que ya estoy en ello. Así que, lejos de ocultarlo, me siento orgullosa. Otro problema enfrentado, un poco más cerca de donde quiero llegar.
Mi terapeuta Gestalt tiene mucha suerte conmigo porque le doy mucho trabajo hecho (como dice siempre mi querida Mercedes Rodríguez) fruto de todo mi trabajo anterior. Pero hay zonas de mí donde yo no puedo llegar sola, y ella me acompaña y me guía.
Estoy contenta, la química entre paciente y terapeuta es fundamental, y la mía y yo hablamos el mismo idioma. De cada sesión salgo reforzada y con objetivos claros, comprendiéndome mejor a mí misma y a la gente que me rodea.
Sabéis que soy una psicóloga frustrada y cada vez que bajo en este ascensor pienso en lo feliz que me hubiese hecho ayudar así a otras personas.
Pienso que quizá aún estoy a tiempo de potenciar y mostrar mi verdadera esencia, tengo la sensación de ser como un teléfono móvil con muchas prestaciones, que sólo se usa para llamadas de voz.
Creo en mí y en mi potencial. Y la vida me ha hecho un regalo en forma de despido laboral, presentándome una oportunidad,  seguramente única en la vida, que no pienso desaprovechar.
Hoy soy más yo que nunca.