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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Llevo un tiempo pensando si contar esto o no. De cualquier modo, lo íbais a notar por mis comentarios y creo que puede ayudar a otras mujeres en mi situación. E, inevitablemente, está afectando a mi proceso de rehabilitación como comedora compulsiva.
En mi anterior entrada, la de la Caja de Pandora, os contaba lo mal que me había dejado emocionalmente leer el libro «Cuando la comida sustituye al amor». También sabéis que tenía pareja y que, aunque no vivíamos juntos, compartíamos el poco tiempo libre que nos dejaban nuestros trabajos y responsabilidades familiares. Hoy íbamos a celebrar nuestros seis meses juntos. En este tiempo, maravilloso, junto a él, ha habido momentos en los que he sentido que no tenía espacio en su vida. El viernes, cuando me demostró que había otros intereses por delante mío, aún en momentos muy duros para mí, tuve que rendirme ante la evidencia.
(¿Verdad que os he hablado alguna vez de mis «señales everywhere»? Los dos carteles que incluyo en esta entrada los he encontrado este fin de semana. Y la canción de Café Quijano la escuché este viernes en una tienda mientras trabajaba)

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Esta entrada no va a ser una crítica a su actitud, sino una exposición de la mía. Ya no porque es de las primeras personas que lee todo cuanto publico (hola, amor), sino porque no hay nada que reprochar. Como os he dicho muchas veces, cada cual elige la vida que quiere tener, y él ha elegido una vida sin mí. Sólo puedo retirarme y desearle lo mejor. Es excepcional, como hombre y como persona. Anoche bromeábamos por wasap sobre lo curioso que resulta que guardemos tan buen recuerdo después de seis meses de relación y nos deseemos lo mejor, habiéndolo dejado. Le dije «Que seas tonto, pero muuuuyyy tonto, no te convierte en alguien odioso» 😉
Y sí, esa es la sensación que tengo. La de alguien que puede ser feliz y no quiere, que tiene miedo de vivir, que respira a medias… algo incomprensible para mí. Pero es su vida y su elección. Buena suerte, cariño.
¿Y cómo me deja esto? Sola. O, mejor dicho, sin pareja. Sí. Una vez más. Lo que puede que no sepáis es que, después de 3 años y medio de divorciada, ya he pasado por tres relaciones estables de 12, 7 y 6 meses. Cada vez me duran menos!!   Esto no deja de ser curioso, porque la mayoría de la gente me dice que soy «la mujer que cualquier hombre querría tener». Pues se ve que no. O quizá soy yo la que no quiero tenerlos a ellos en los términos que me marcan.
Pero yo creo que todo pasa por una razón. Cuando deseaba de forma obsesiva ser madre, me sentía preparadísima para afrontar una maternidad que no llegaba, deseaba unos hijos con toda mi alma y perdí los dos embarazos que conseguí… no entendía que la vida fuese tan injusta. Cuando nos dieron en adopción a mis hijos, entendí por qué me sucedió aquello: yo debía ser madre de ESTOS niños y no de otros. Había estado buscando a mis hijos en el lugar equivocado.
Colgar cartelitos en Facebook con frases motivadoras está muy bien, pero luego hay que aplicarlas. Ayer colgué uno que decía: «Es mejor preguntarse ¿Para qué sirve esto que me pasa? en vez de ¿Por qué me pasa esto?» y acompañaba un comentario mío que decía «Que todo cuanto nos sucede, nos sirva para progresar y crecer»
Bien… y para qué sirve que yo, que me encanta tener pareja porque soy muy cariñosa y necesito ese contacto, esté sola? (perdón, sin pareja!) Cual es el fin de que ya lleve 4 parejas, aparte de que ya los puedo numerar cuando hable de ellos: ex1, ex2, ex3 y ex4? Yo también creo que soy una mujer que puede hacer muy feliz a un hombre (¿quién dijo que los comedores compulsivos no tenemos autoestima?). Hasta aquel psiquiatra «convencional» al que fui para que me ayudase a dejar mi adicción por la comida, me lo dijo tras leer el informe que hizo sobre mí la psicóloga tras someterme al test de manchas de Rorschach. Me dijo que la palabra que mejor me definía era «vulnerable» (touché) y que, como hombre, le había sorprendido la capacidad de amar que tengo, que manejo un abanico emocional inusual y que tengo gran capacidad para mostrarlo. Entre risas me dijo que era un chollo para cualquier hombre, ya que, a un poco de seguridad y cobijo que me aportase, podía recibir muchísimo a cambio.
Bien, según esto, paso de ser Yolanda a ser la joya de la corona… entonces, qué narices hago sola? (y dale… sin pareja!) Dicen que la vida es tan buena maestra que, si no aprendes la lección a la primera, te la repite para que la aprendas. Y a mí me la ha repetido por cuarta vez.

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Será que amo demasiado? Será que toda esa entrega que hago, debería dármela en realidad a mí misma? Será que tengo que dejar de hacer de terceros mi prioridad y empezar a ser yo mi prioridad absoluta? En definitiva… será que tengo que dejar de esperar que alguien me ayude a ser feliz, y lograr ser feliz por mí misma, en mi soledad?
Por más que me notéis serena y bromeando, finiquitar esta relación no está siendo fácil. A veces uno no toma las decisiones, aunque pronuncie las palabras. A veces sólo te queda cerrar la puerta cuando el otro ya se ha ido. Nada de esto hace el proceso más llevadero. Sólo me queda agradecerle estos seis meses juntos y todo cuanto me ha aportado. Ha sido alguien importante que me ha ayudado mucho a crecer y me ha regalado momentos de tanta felicidad que hasta dolía. El tiempo dirá si queda en mi vida como amigo, o ya nos hemos dado todo cuanto teníamos que aportarnos. Como te dije una vez «Gracias por llegar. Y gracias por quedarte» (aunque me haya sabido a poco).
Por favor, no os perdáis esta canción!! Ni una coma!
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