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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD
Pues sí. De los 78.5 kgs. de la semana pasada, a los 79 de esta: medio kilo más. Estoy por devolver la agenda de Mr. Wonderful!! 😉
No pienso venirme abajo: He tomado medicación: ibuprofeno y anticatarral, he tomado muchos vasos de leche caliente con miel, que es lo único que me suaviza un poco la garganta. Y pienso seguir tomándolos hasta que me deje de doler, sin importarme los puntos que suban.
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La dieta no es mi objetivo. Mi meta es dejar de comer de forma compulsiva. Y este fin de semana, la prioridad era curarme.
Yo suelo tener dolores, pero mi umbral del dolor es bastante alto, o eso creo. Tolero bastante bien el dolor, soy lo que llaman «una mujer sufrida». Pero enfermedades apenas tengo. No suelo enfermar. Una gripe y una gastroenteritis cuando cumplí los 40 (mi jefe se reía diciendo que no recordaba a nadie que le hubiesen santado tan mal los años) y algún catarro de garganta y oído, que son mis puntos débiles.
No recuerdo haber estado enferma como para meterme en la cama más de tres veces en toda mi vida adulta. Una de ellas fue la gripe de los 40 y otra el catarro con fiebre de esta semana. Pero esas pocas veces que he enfermado, nunca he tenido la suerte de tener alguien a mi lado que cuidase de mí. Es más, creo que en las tres me ha tocado cuidar de mis hijos cuando la que necesitaba cuidados era yo. Ni estando casada, ni estando su padre en casa con nosotros. Mención aparte merece el capítulo en que me quedé sola en casa abortando mi segundo embarazo, mientras el que entonces era mi marido se fue a Montmeló a ver las carreras de Fórmula 1.
Por eso me hacía mella especialmente el párrafo del libro «Cuando la comida sustituye al amor» que os he leído en el video de hoy, cuando una asistente al seminario dice que no puede soportar cuidar de nadie más, que quiere volverse una niña y ser mimada y cuidada. Así me siento yo cuando enfermo. Y, como una vez más no lo he tenido, me he compensado con comida. Sin caer en el atracón, pero he comido el fin de semana más puntos de los que me correspondían. Una vez más, he visto a mi fantasma. Mi niña ha vuelto a visitarme.
Recuerdo una vez, tendría unos 10 años, que estaba en la cama con una de mis otitis. Aquellos dolores eran tan fuertes que me hacían llorar. Me recuerdo con la cabeza apoyada sobre la almohada y resbalar las lágrimas en silencio hasta empapar la almohada. Recuerdo llamar a mi madre para decirle que me dolía mucho, ella estaba trabajando en la habitación de al lado, recuerdo que la llamé muchas veces, cada vez levantaba más la voz. Hubo un momento en que la llamé tan fuerte que creí que era imposible que no me escuchase. Esperé, pero no vino, así que dejé de llamarla. Nunca supe si me oyó o no, imagino que no me oiría, o prefiero creer eso. Pero esa sensación de desprotección la he recordado muchas veces.
Ahora tengo 44 años y este verano, en nuestras vacaciones en Asturias, mi hermana me ponía las gotas para la otitis externa que tuve. Yo me tumbaba sobre el lado derecho y ella ponía el antibiótico en el izquierdo. Una de las veces, después de echarme las gotas, me dió un beso en la mejilla. Aquello me hizo estremecer como a una niña pequeña y cuando lo recuerdo me emociona hasta el punto de hacerme llorar. Así de acostumbrada estoy a que me cuiden…
Y, ante la falta de alguien que me atienda, me cuido yo sola del único modo que sé hacerlo, como lo he hecho siempre: comiendo.
Me hace gracia cuando alguien me pregunta si tomo algo para la retención de líquidos. En tono de broma, suelo decir «Yo no retengo líquidos, lo que retengo son kilos!!» Cada vez soy más consciente de que retengo muchas más cosas: retengo tristeza, desamor, resentimiento, desamparo, dolor, culpa… Y mucho me temo que cuesta menos librarse de los kilos que de todo este lastre que cargo. De lo que sí estoy segura es de que ya lo he arrastrado por bastante tiempo. «Et alors (como dirían los franceses)… YOLANDA, COMIENZA!!»
Qué duro Yolanda, lo has pasado fatal, ¡¡¡menudo tipo te sacaste de encima!!!
Te admiro mucho. ¡¡¡¡Fuerza!!! Y espero que estés mejor. ¡¡¡¡Besitos guapisima!!!
Me he quedado chofff chikitina de cabrones esta lleno el mundo… hombres sobre todo que se aprobechan de la situacion… y que esto no viene al tema de tu blog pero casi todas hemos pasado por un desamor o engaño y terminamos desahogando en la comida
Almu, preciosa, cuando empiezas a trabjarte interiormente, entiendes que somos noostras quienes no debemos de permitirles este tipo de actitudes. No somos culpables de su comportamiento, pero sí lo somos si se lo permitimos y lo mantenemos.
Besos y gracias preciosa!
Gracias Elisabget, poquito a poco. Se me han juntado varias cosas. Un beso cielete!
Es muy duro cuando no tienes a nadie que te preste atención…yo soy la mediana de 3 hermanos y mis padres trabajaban de sol a sol en su tienda y cuando estaban en casa, mi madre solo tenía ojos para mi hermano que siempre estaba enfermo (nada grabe pero siempre estaba resfriado y era mas pequeño) y mi padre para mi hermana que era mayor y siempre andaba regañando, yo era consciente de esa situación y según mi hermana, como era la «buena»…
Hola Maba, es tremendo cómo nos marcan cosas de hace tanto años, no? Hay que hacer mucho trabajo para rescatar eso y sanarlo. Animo! Besos