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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD
Hace unos días publiqué un vídeo en Facebook bastante enfadada.
El caso es que llevo meses bastante mosca porque no hay forma de bajar de peso. Vale que siempre me ha costado muchísimo adelgazar. De hecho, la única vez que recuerdo haberlo conseguido de adulta fue con la famosa dieta de batidos de proteínas con la que bajé 45 kilos. pero claro, 500 kcal diarias. Tela.
Antes podría estar justificado por mis picoteos, atracones o por el desorden que llevaba con las comidas. Pero ahora no lo entiendo.
Llevo 4 años recuperada. Como super sano, nada de ultraprocesados. Hago ejercicio con regularidad: Caminatas prácticamente a diario que hacen unos 55 kilómetros semanales. Sí que es cierto que, si salgo el fin de semana a cenar con amigos, ceno normal y me tomo unas copas de vino. Pero eso puede ser una vez a la semana, no más.
Incluso durante los primeros meses de mi protocolo autoinmune, ni eso, porque lo llevé a rajatabla. A pesar de ello, no bajé más de 1 kilo en 2 meses.
Al conocer Episalud empiezo a tirar del hilo
Curiosamente, en el grupo del protocolo autoinmune, hay personas que no pueden seguir esta dieta porque adelgazan y ya se encuentran en peso sano. No quieren bajar más y les resulta imposible seguir el PAI o AIP sin adelgazar.
De verdad que durante años no he querido decir nada, porque basta que trabajo profesionalmente derribando creencias y excusas, me siento fatal diciendo eso de «No como para estar así de gorda» que suena a excusa de toda la vida.
El caso es que la administradora del grupo de Episalud, cuando yo hablaba de mi fatiga crónica antes del verano y de mis síntomas, me decía que estaba convencida de que tengo hipotiroidismo. Que, además, el de tipo autoinmune llamado de Hashimoto es frecuente en personas con otras enfermedades autoinmunes como es mi caso.
En la Seguridad Social me hicieron pruebas de tiroides y mi TSH salió a 4 y pico. Como hasta 5 lo consideran normal, me dijeron que no seguían buscando, que todo ok.
Pero en estos grupos, tanto pacientes como especialistas aseguran que esos valores están obsoletos y que el sistema de salud no se recicla. Y que valores de TSH por encima de 2, evidencian problemas.
Busco respuestas en medicina privada
El caso es que comencé a trabajar con una médica especialista en medicina funcional que me hizo rellenar un cuestionario de muchísimas páginas donde me preguntó cosas de lo más diverso.
Ella también me dijo que creía que tengo hipotiroidismo de Hashimoto y, además, resistencia a la insulina, entre otras cosas.
Me explicó que antes de llegar a la diabetes tipo 2, pasamos años con resistencia a la insulina. Y que si se nos tratase a tiempo, no llegaríamos a ser diabéticos. Como no soy médico, te dejo aquí información sobre la resistencia a la insulina.
Mis síntomas de una posible resistencia a la insulina
- Obesidad sostenida en el tiempo y mucha dificultad para bajar de peso.
- Mucho volumen abdominal. (Tripa de embarazada con mucha cintura)
- Antecedentes familiares de diabetes tipo 2.
- Verruguitas en el cuello, axilas e ingles que me quitaron hace tiempo.
- Fatiga crónica.
- Deseo de comer dulce. (Con esto tuve dudas al rellenar la encuesta. Hace tiempo que lo controlo, no siento el deseo incontrolable de antes porque apenas tomo azúcares y porque practico alimentación consciente. Pero sí que es cierto que de vez en cuando me apetece y con la fruta no se calma).
No pude seguir con esta médica porque tenía que pagar sus consultas y un montón de análisis que me pidió para confirmar diagnósticos. Sólo los análisis costaban más de mil euros y no me daba certeza de recuperación de mi fatiga crónica, que era lo más angustiante para mí este verano.
De vuelta a la Seguridad Social
Intenté que me hiciesen las pruebas de resistencia a la insulina con mi médica de atención primaria. Se negó y no quiso ni leer el informe que me hizo la profesional particular.
Cambié de médica de cabecera y esta sí que se leyó el informe, pero tampoco quiso hacer la prueba.
En otra visita le pedí que me mandase al endocrino por el tema del peso. Ese día estaba un suplente y me dijo que ya no mandan directamente. Que ellos hacen una consulta por ordenador y el endocrino les dice si nos tienen que derivar o nos dan respuesta a través del médico. Le expliqué que he hecho dietas durante toda mi vida y que a pesar de comer muy sano y hacer ejercicio, no bajo nada.
El otro día me dieron la respuesta de endocrinología: «Que haga una dieta hipocalórica y ejercicio».
¿PER-DO-NA?
Mi enfado
Y sí, estaba indignada. Porque luego resulta que los gordos no tenemos fuerza de voluntad y estamos así porque somos unos zampabollos y no movemos el culo del sofá. Se quejan de que fomentamos la obesidad y sobrecargamos con costes a la Seguridad Social por enfermedades derivadas de la obesidad. Pero resulta que cuando nosotros hacemos nuestra parte y no es suficiente, cuando hay indicios para pensar que hay un problema médico detrás, no nos hacen caso y no hay ayuda ni prueba para nosotras.
A mi vídeo le siguieron cerca de cien respuestas vuestras, entre públicas y privadas. Mi frustración iba en aumento porque muchas personas han vivido lo mismo que yo. Personas que han peleado durante 15 años para que se les diagnostique un hipotiroidismo, por ejemplo. Muchas que se han hecho la prueba de resistencia a la insulina por privado, cansadas de que en la Seguridad Social se la negasen. Esta prueba cuesta entre 150 y 200 euros y consiste en medir el nivel de glucosa en sangre en ayunas y de nuevo tras tomar una solución glucosada. Vaya, dos análisis de sangre. Me escribisteis tantas que os prometí escribir este artículo.
Tratamiento de la resistencia a la insulina
Otro aspecto sorprendente es el diferente enfoque en el tratamiento, una vez diagnosticada la resistencia a la insulina.
Unas personas son tratadas con metformina que parece que funciona bastante bien y ayuda abajar de peso. Siempre, claro está, con dieta y ejercicio. La metformina cuesta 1,20 euros. ¿Te imaginas que la solución a nuestro problema costase un mísero euro y nos la estén negando? ¿Entiendes ahora mi cabreo?
A otras personas les dicen que no hay tratamiento, que dejen de comer pan y dulces y que hagan mucho ejercicio. Y que adelgazar les va a costar el doble que a otra persona que no tiene este problema.
Y las que no comemos pan y dulces y ya hacemos ejercicio, ¿qué hacemos? ¿Pasamos a trabajar media jornada para invertir la otra media en el gimnasio? Porque yo dedico una hora y media diaria de media a mis caminatas.
Suma y sigue con la Seguridad Social
En enfado del día del vídeo era mayúsculo por otra circunstancia añadida. Mi última visita a medicina interna para el tema de las enfermedades autoinmunes fue en febrero. Me dijeron que revisión en octubre o noviembre. Una de mis esperanzas era que ellos, que buscan una visión integral y me mandaron pruebas de varios especialistas, me hicieran esta prueba.
Cuando llega octubre y no he recibido la citación en casa, llamo por teléfono a reclamar. Lo consulta la auxiliar y me dice que es verdad, que no estoy en la lista. «Bueno, pues te apunto ahora. Pero has de saber que están desbordados y tienen la agenda cerrada. Cuando vuelvan a abrir te ponen en lista de espera. Deberás esperar a que te toque otra vez tu turno».
Casi me caigo al suelo. Le pregunto «¿Me estás diciendo que igual tardáis 6 meses o un año a llamarme?«. Me respondió que sí.
Cuando cometo un error en mi trabajo y le causo un problema a un alumno o cliente, no sólo lo subsano con responsabilidad, sino que trato de compensarlo por las molestias. Lo que no me parece ni medio normal es que la negligencia del personal del hospital deba pagarla yo. Una vez hecha la comprobación, creo que lo lógico hubiese sido tener prioridad cuando abran agenda.
Y además, el brazo
Hace un par de meses que me duele el brazo izquierdo. Sobre todo levantarlo por encima de la cabeza. Lo peor es abrochar el sujetador o secar la espalda con la toalla al salir de la ducha. El médico suplente me diagnosticó una tendinitis sin moverse de su sillón, mi mirarme el brazo, ni tocarlo. Le expliqué que llevaba semanas con antiinflamatorios y no remitía. Que no me había dado ningún golpe, ni hacía ningún movimiento que pudiese causarlo.
Me mandó una radiografía que me hicieron al cabo de un mes. En la placa está todo bien. Pero la médica cuando volví al resultado afinó más. Me preguntó si podía abrocharme el sujetador, me tocó en varios puntos hasta que encontró el dolor y me mandó una ecografía. Pero vamos, podríamos haber empezado por un reconocimiento de ese tipo en la primera visita.
Pues eso, contenta me tienen
Oigo decir que tenemos una de las mejores sanidades del mundo. No dudo que sea así en casos de urgencia, cuando estás ingresado. Es probable que tengamos el mejor equipo de profesionales sanitarios del mundo. Pero no es suficiente. No cuando seguimos con esta atención deficiente. No cuando se sigue sin escuchar al paciente. No cuando hay profesionales que parece que salen de una caverna y tienen empatía cero con sus pacientes.
Sinceramente, los únicos años en los que me he sentido bien atendida a nivel médico, fueron los 15 años que pagué una compañía sanitaria privada. 75 euros al mes, además de la aportación al sistema público de salud como cualquier español.
Quince años que he cotizado a la SS y no he originado ni un solo gasto porque lo hacía todo por Adeslas. Y ahora no tengo derecho ni a una prueba.
Pues no, para mí esto no sucedería en la mejor sanidad del mundo. Si quieres salud, toca pagarla de tu bolsillo, además de tus impuestos.
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