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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Me encanta la frase de Frank Lloyd Wright que dice «La juventud no es más que un estado de ánimo». Y es que no importa la edad que tengas, sino cómo vivas. Hay chicos de 20 años que sólo falta que les cierren la tapa de la caja y mayores de 90 que dan la vuelta al mundo con sus videos en Youtube bailando zumba o compitiendo en gimnasia.
Se ha perdido la pasión, la ilusión, las ganas de vivir. Vivimos en un mundo donde el estrés, las prisas, las cifras y el rendimiento desplazan a todo aquello que realmente importa. ¿Dónde quedan los sentimientos, las emociones?
Yo adoro la Navidad. Supongo que porque, durante unos días, se materializa lo que yo siento durante todo el año. Yo siento mariposas en el estómago cuando hablo con un amigo del que hace tiempo que no tenía noticias, cuando puedo ayudar a alguien, cuando otro me dice lo importante que soy para él, cada vez que digo «te quiero»… pero, para conmoverme con estas cosas, no necesito estar rodeada de acebo y villancicos. Pero sí, parece que el resto del mundo deja aflorar sus emociones sin cortapisas sólo en época navideña. Y de repente todo se endulza, la gente es más cariñosa, llegan los telemaratones, retomamos contactos perdidos, pedimos perdón… qué pena no saber hacer esto el resto del año!! Yo creo que incluso está mal visto ser «navideño» fuera de la época establecida. Es como las banderas, si cuelgas una bandera española en tu balcón cuando juega la selección, eres un aficionado de primera, si no la quitas cuando pitan el final del último partido te conviertes automáticamente en un facha de mierda. A ver, o somos, o no somos.

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Ser o no pro Navidad nada tiene que ver con las Navidades que has vivido. El consumismo no es excusa, mis hijos desde niños eligen un solo regalo con presupuesto cerrado, en mi mesa se sirve algo especial, pero no más allá que en cualquier cena con familia o amigos cercanos. A todos nos faltan seres queridos que extrañamos especialmente en esas fechas. Yo incluso he pasado la última Nochebuena y Navidad completamente sola en mi casa. ¿Y qué? Eso no me hace perder la magia. Es como si dejase de creer en el amor sólo porque no he dado con un hombre que me quiera de verdad. Creo en el amor, en el AMOR con mayúsculas, porque yo soy capaz de sentirlo, el que sale de mí y el que recibo de mucha gente que me rodea, incluso en la distancia.
Otra cosa es que, de los 7 millones de habitantes del planeta, sea capaz de encontrar a un hombre con la misma capacidad, con el que compartir mi vida, que de eso ya voy perdiendo la esperanza, pero dejar de creer en el AMOR? ¡Nunca!
Resumiendo, que como soy soberana en mi casa, en mi alma y en este espacio web que comparto con vosotros, declaro instaurada oficialmente para mí la Navidad. Ya hemos quedado con los niños que el próximo fin de semana que les toque conmigo adornaremos la casa.
Así que… ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!