Clase online GRATUITA de acceso INMEDIATO

8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Nos pasamos la vida esperando que ocurra esto o suceda lo otro para ser felices. Felicidad, el ansiado estado, tantas veces perseguido y pocas obtenido. ¿Os habéis preguntado por qué todo el mundo quiere ser feliz y tan poca gente lo consigue? ¿Será que buscamos la felicidad donde no está? ¿Será que esperamos que otros nos la procuren cuando debemos encontrarla en y por nosotros mismos?

A mí me gustaría trabajar menos y ganar más, viajar a las Seychelles, tener una persona que viniese a limpiar mi casa dos veces por semana, comer sin engordar, poder salir todas las noches con los amigos, que mis hijos sacasen buenas notas…

Todo eso me encantaría, pero no creo que me hiciese más feliz. Bueno, quizá la suma de todo ello sí que me reportaría felicidad. Ya que son pequeñas cosas que, por sí mismas, ya me proporcionarían bienestar. Pero dada la improbabilidad de que todo ello se dé junto, habrá que pensar en hacer algo.

Yo construyo mi propia vida. De eso soy consciente desde hace muchos años. Dentro de unos parámetros, elegimos la vida que queremos tener. Y yo he decidido ser feliz con la vida que tengo. Es como cuando no tienes dinero a fin de mes para hacer la compra y te las tienes que ingeniar para cocinar platos para tu familia con el fondo de despensa. ¡A veces conseguimos cosas sorprendentes!

Preparando mi plan de acción

Después del bajón pre-durante-post navideño no he hecho más que ir hacia arriba. Salvando los días de jornadas de trabajo interminables y dolores de espolón insufribles, sólo podía mejorar. Es la ventaja de estar abajo.

La autocompasión está bien para un ratito. De vez en cuando necesitamos regodearnos en nuestra mierda y miseria, pero si de verdad queremos salir de ahí, hay que trabajar.

Toda mejora requiere de un plan de acción. Tengo capacidad, tengo herramientas, tengo ganas… ¡puedo hacerlo! Tengo una amiga que dice que lo que llamamos habitualmente problemas son sólo «Situaciones pendientes de resolver» y que los verdaderos problemas son sólo aquellos que escapan a tu control, como la enfermedad de un hijo.

Es decir, hay cosas que debemos cambiar porque no podemos aceptar y cosas que debemos aceptar porque no podemos cambiar. Suena bonito, pero lograrlo es todo un arte, ¡ríete tú del ikebana!

Mis situaciones pendientes de resolver

– Trabajo excesivo
– Dolor del espolón
– Mal comportamiento de mis hijos
– Falta de tiempo para mí misma
– Falta de vida social

¿Os fijáis que no ha aparecido el peso ni la compulsión? Desde que pasó la Navidad quiero bajar de peso, pero no me obsesiono.

Me he quitado algún kilo, aunque más despacio de lo que querría, pero si salgo a cenar con los amigos, como y bebo lo mismo que todos. Vivo. También tengo la compulsión bastante controlada.

Sigo recordándome cada vez que siento la necesidad de comer sin hambre la frase «Si el problema no es el hambre, la comida no es la solución» y «La comida no puede ser una compensación si después no me siento mejor».

Ayer me subía por las paredes cuando tuve que suspender todos los planes de fin de semana míos y de mis hijos porque mi ex vuelve a acumular dos meses sin ingresar la pensión alimenticia de sus hijos y estamos bajo mínimos económicamente.

Realmente desespera trabajar como una loca para que tu sueldo se lo chupen los recibos y no ser dueña ni de salir una noche a cenar, mientras el que tiene tu dinero y el de tus hijos no se priva de nada.

Durante horas estuve muy alterada y compulsiva, pero mucho menos que en situaciones anteriores parecidas. Y esa fuerza que sentía frente al monstruo de la compulsión me hizo crecerme por momentos hasta mantenerlo a raya (jamás me atrevería a decir «derrotarlo»).

Le dije por wasap lo que le tenía que decir (a mi ex, no al monstruo), tomé la determinación de interponer denuncia contra él por la vía penal si no cumple el plazo marcado para pagar una parte de lo que adeuda.

Hice todo lo que estaba en mi mano para resolver esa situación y busqué la desconexión. Entré en una página de Facebook que se llama The Pacos Jistory y acabé riéndome yo sola a carcajadas (lo sé, soy más simple que un minion, ¿qué queréis?)

Planes de resolución de mis «Situaciones pendientes de resolver»

– Trabajo excesivo: He reordenado mis rutas con la esperanza de ganar tiempo y estoy esperando que mis jefes las aprueben. Trabajaré 8 o 9 horas, pero no volveré a trabajar 11 (sobre todo porque no cobro horas extra). Si me echan a la calle, que me echen. No puedo seguir trabajando desde que me levanto hasta que me acuesto.

– Dolor del espolón: Le recordé a mi traumatólogo que las corrientes del fisio me quitaban más tiempo que dolor y que no tengo precisamente un trabajo de oficina. Le pedí que me infiltrase y aunque la primera semana apenas noté mejoría, la verdad es que estoy contenta porque el dolor ha disminuido notablemente. Quizá necesite una segunda infiltración, pero de momento el dolor es llevadero.

– Mal comportamiento de mis hijos: Aquí hay mucho tema. Mis hijos son muy complicados por su casuística especial. Si su padre hiciese su parte sería más fácil, pero educarlos sola es agotador.

Hay dos aspectos de ellos que me ennervan: Que estén todo el día peleando entre ellos y su pasotismo hacia sus responsabilidades. Evitaos los consejos en los comentarios porque os aseguro que lo he probado todo, ¡todo!

Mi primera decisión es que no pasaré tiempo con ellos si ese tiempo no es agradable. Es decir, el fin de semana que les toca conmigo no los voy a aguantar como hasta ahora a grito pelado desde que se levantan hasta que se acuestan. Si están así, me marcharé de casa y los dejaré solos.

Hasta ahora los he dejado solos para trabajar, pero jamás para tomarme ni un café. Ahora tienen 10 y 12 años y ayer pensaba que, realmente, el tiempo que estoy en casa, la niña se encierra en su cuarto con la música a tope y canta y ensaya sus baile. Y el chico se encierra en su cuarto con el móvil. Sólo salen para preguntar qué hay para comer. Vamos, que podría irme a tomar café, volver, y ni notarían mi ausencia.

Así que por un lado aplico la máxima «Divide y vencerás» y al primer grito entre ellos se irán cada uno a su habitación. Y por otro, he decidido que puedo dejarlos un rato solos para irme a una clase de zumba el sábado y para tomarme un café el domingo. Yo estoy deseando pasar tiempo con ellos, pero ha de ser agradable. Si consiguen que lo sea, volveré a dedicarles tiempo.

En cuanto a su rechazo a las responsabilidades y el agobio que me produce repetir las mismas cosas cada día, 20 veces por día… He decidido que a partir del segundo aviso ya castigo «Sin pantalla». Es decir, sin móvil, sin televisión, sin ordenador y sin PSP durante el resto del día. Mano de santo.

Me parece lamentable llegar al castigo en cosas tan elementales y de forma reiterada, pero agotadas las vías del diálogo y el refuerzo positivo, me quedan pocas más opciones.
No puedo permitirme que me desestabilicen cada minuto que paso con ellos, no puedo consentir que aflore mi compulsión por su mal comportamiento.

comedor-compulsivo-atracon-comida-ansiedad-comer-emocional

– Falta de tiempo para mí misma: Aquí hay realmente poco que rascar, pero he de reconocer que gestiono muy mal el poco tiempo que tengo. Con la reestructuración del trabajo, los momentos que me voy a conceder algún finde y ordenando mejor mi espacio, espero ganar algo de tiempo.

– Falta de vida social: Os lo he dicho en alguna ocasión, envidio a esa gente que tiene varios grupos de amigos para salir y cuando no queda con unos, sale con otros. No es mi caso. Y no es porque sea una persona tímida o no me guste salir, sino por mis circunstancias.

Todos los divorciados nos quedamos un poco descolgados y las mamis trabajadoras con hijos pequeños a cargo ni te cuento. «Tus hijos crecerán y entonces tendrás tiempo para ti» me dicen a veces. «Lo que me preocupa es cómo estarás tú para entonces» me dice mi hermana la mayor, que me conoce muy bien y sabe la vida que llevo.

He decidido comenzar a salir más y hacer grupo. No necesariamente ha de ser cenar y bailar hasta las mil que, obviamente, no voy a dejar a mis hijos solos mucho rato ni por la noche. Puede ser tomar un café con esa amiga que hace mil años que no ves, una clase de zumba, un paseo, un cine… Necesito salir y necesito relacionarme. Y ya que tengo identificada esa necesidad, pienso que debo procurar satisfacerla.

Pues este es mi paquete de acciones que ya he comenzado a poner en marcha. Unos me llamarán egoísta, otros mala madre… Yo lo defino como «modo supervivencia» y lo activo cada vez que me siento desbordada y tan al límite que me falta hasta el aire para respirar. Vale más aflojar y poder seguir, que perecer en el intento. Desfallecer no entra en mis planes.

Mi ex me ha hecho cancelar todos los planes de fin de semana, pero ahora me voy con los niños a una cafetería donde he visto que hacen unos cafés de esos con dibujitos que me encantan y nunca he tomado uno. Un café, chocolates y un paseo no terminará de arruinar mi economía y nos sentará bien a los tres.