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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD


No sé por qué absurda razón no quise decir los nombres de la medicación que me había sido prescrita cuando vine de urgencias, en un intento de protegeros, como si alguien pudiese ir a comprarla por su cuenta como si fuese un paquete de cacahuetes.
Simplemente por los efectos que os describía, la mayoría dedujisteis lo que estaba tomando, hasta el punto que recuerdo haber sonreído mientras leía alguno de vuestros comentarios y pensar «Pero bueno, voy a ser la única de la comunidad que no estaba medicada, o qué?»
Sabéis que siempre he sido anti psiquiatras y anti medicación. Tengo que estar muriendo de dolor para tomarme una pastilla. Habitualmente no tomo nada y en mi casa no hay más que Dalsy, Apiretal e ibuprofeno. Quizá por eso me está haciendo tanto efecto la medicación, no lo sé. Me dan ganas de dejarla y hay gente que me aconseja hacerlo. Pero os puedo asegurar que el lunes en urgencias sentí que había tocado fondo, recuerdo con horror mi llanto descontrolado durante horas y tengo colgada en la lamparita de noche la pulsera de urgencias para que nunca se me olvide hasta qué extremo fui capaz de llegar y no permitirme volver a andar ese camino.
La posología que me marcaron fue topiramato de 25 mgs primera semana 1-0-1, segunda semana y sucesivas 2-0-2, y de escitalopram aumentar la dosis cada 4 ó 6 días empezando 5 mg-0-0, subiendo a 10 mg-0-0 para llegar a 15-0-0.
Cuando fui el viernes a confirmar el parte de baja, le comenté a la médico de cabecera que esto no es normal y que no creía necesario subir la medicación porque estoy como un zombie. Me dijo que, en vez de aumentarla cada cuatro o seis días, que la aumente cada semana. ¡Menuda solución!
Algunas me decís que esta medicación está pensada precisamente para «ralentizarnos» la vida y obligarnos a descansar, de modo que, cuando lleguen los efectos beneficiosos pasadas tres o cuatro semanas, el cuerpo esté recuperado. La mía, más que ralentizarse, se está parando, pero bueno… Yo no vería tanto problema en pasar la mitad del día durmiendo, ya que además de lo que duermo por la noche, me estoy metiendo siestas de cuatro horas de media, y yo no dormía nunca siesta, si el resto del día estuviese despejada y bien. Lo malo es que, las pocas horas que no paso durmiendo, que ya he comprobado que no aguanto más de seis horas de tirón sin dormir, estoy abotargada, incapaz de concentrarme, no paro de bostezar, me cuesta enfocar la vista, me desoriento, estoy agotada, y me sorprendo a mí misma poniendo muecas y caras raras.
El psiquiatra de urgencias me dijo «Sal, diviértete, procura entretenerte y haz cosas que te gusten». Los dos primeros días retomé el reto #memuevo5de7 e hice mis caminatas de 5 kms y hasta pensé en apuntarme a alguna clase puntual de zumba, ahora me agota un simple paseo de diez minutos. Pensé en irme unos días a casa de mi hermana a Francia ya que estar con ella me sienta genial, ir a pasar el día a casa de mi tía Juli, o ir a algún sitio cerca a pasar el día con el contrario, pero legalmente no puedo salir de mi ciudad estando de baja. Tampoco puedo conducir en este estado, no me siento segura. La cosa se va complicando, eh? Al final, esos momentos de diversión se limitan a quedar con algún amigo a comer o beber algo sin alcohol, que, teniendo en cuenta que padezco un trastorno alimenticio, no sé yo si es una terapia muy recomendable. A ver si desnudamos un santo para vestir otro.
Yo no estaba deprimida cuando fui a urgencias, estaba extenuada y desbordada. Ahora, posiblemente, sí que lo esté. Educada en el concepto del «Vales tanto como produces» me siento como un puñetero parásito, un vegetal de encefalograma plano. Pero esta sociedad es así, tenemos un sistema que prefiere inventar una enfermedad inexistente y tratar con fármacos a una persona, antes que tener que dar una respuesta social que no está preparado para afrontar. Yo no tengo depresión, tengo un problema, soluciona mi problema (que no es sólo mío) y ahórrate los médicos, la baja y las pastillas.
No es la primera vez que lo he escuchado cuando he ido a pedir ayuda «Yolanda, no eres tú sola, hay muchas familias en tu misma situación y desbordadas igualmente, aún estando los dos padres, nadie os prepara para esto, es un problema sociopolítico»
Y la guinda ha sido la respuesta esta misma semana de la última puerta a la que llamé: servicios sociales, protección al menor y la familia, donde toda la ayuda que se nos ha dado ha sido remitirnos a una asociación. Cuando un organismo oficial de protección al menor te remite a una asociación de pago… me parece que ya está todo dicho de lo que cabe esperar.
Ahora cuando me preguntan si estoy de vacaciones, digo «No, estoy de baja por HLH» y me dicen «Ah, y eso qué es?» y entonces digo «Pues que estoy Hasta Los Huevos, pero como la Seguridad Social no lo reconoce como enfermedad, han puesto Depresión en el parte de baja».