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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD
Tras pasar mi primera noche de albergue, en la que tengo que decir que no ha ido mal del todo, me he despertado a las 6:30. Había puesto el despertador diez minutos más tarde, pero allí a las seis encienden las luces y te despiertan con una especie de cantos gregorianos.
Me he embadurnado los pies de vaselina, como me aconsejó todo el mundo.
Tenía reservado desayuno a las 7. Nos han dado café con leche, zumo de brick y una tostada con mantequilla y mermelada de fresa. He desayunado con el chico de Barcelona y, al salir, me llaman ¡¡Yolanda!! Eran la pareja chilena, que bajaban a desayunar.
A las 7:30 iniciaba el Camino de Santiago en su primera etapa del Camino francés. Tienes el vídeo al final de esta publicación.
Roncesvalles estaba lleno de nieve, así que en las zonas del camino que no había nieve, era aún peor, porque se había deshelado y había unos charcos y un barrizal negro de cuatro dedos de profundidad y ningún trayecto alternativo. Y yo con mis Asics Nimbus 18 recién estrenadas (y antes de que alguien que no me sigue en redes sociales me diga que mejor bota impermeable o que no se debe estrenar calzado para el Camino, recuerdo que por problemas de salud en mis pies, metatarsalgia, espolones calcáneos y contracturas en el arco plantar, para mí es más importante la amortiguación que la estanqueidad. Compré las zapatillas cinco días antes, porque antes de esa fecha no sabía aún si iba a hacer el Camino)
Así que me he encharcado los pies y zapas y se han llenado de barro. A los 45 minutos ya hemos llegado a una pista asfaltada y, aunque a lo largo de la etapa ha habido otros tramos de nieve y charcos, ha sido más llevadero. Yo estaba dispuesta a andar los 24 kms con los pies mojados y así lo he hecho.
He ido cruzando paisajes preciosos, bosques de robles, pasillos de avellanos, montañas con prados que parecía que iba a bajar saltando Heidi de un momento a otro, nieve, algún pueblecito… en uno de ellos me ha adelantado el chico de Zamora que va a doblar etapas. En otro me he encontrado con los veinteañeros australianos.
He hecho montones de fotos. Veía tantas cosas que fotografiar que no hacía más que parar. He observado que, para la mayoría, la prioridad es caminar rápido. Caminan muy deprisa y no se detienen a tomar fotos, ni a contemplar el paisaje. Van, habitualmente, en pareja y hablado de cosas suyas.
He tenido la sensación de que se lo estaban perdiendo todo… En algún momento he tenido que parar de tomar fotos, ya que todos me adelantaban y he pensado que, si iban con tanta prisa, igual a mí me daban las siete de la tarde en el Camino.
A mí se me ha hecho muy dura esta etapa. En nivel de dificultad del 1 al 5, mí guía la reseña con un 3. Cuestas durísimas, bajadas interminables. Ahora entiendo por qué mi hermana Lulú vino de Chile con las uñas de los dedos gordos de los pies negros, de ir frenando en las bajadas.
Yo he hecho 2/3 de la etapa bastante chula, con mi palo de selfie venga a hacer fotos. Y lo que menos lo he usado ha sido para selfies, ya que he descubierto que si te agachas a hacer una foto a una florecilla, levantarse con la mochila a la espalda es tarea complicada, así que las hacía con el palo.
En uno de los repechos he guardado el palo de selfie y he sacado los bastones y ya no los he soltado. Me ha costado cogerles en tranquillo, pero estoy casi segura de que sin ellos no hubiese podido acabar la etapa de hoy.
Ha habido un buen tramo que hemos ido casi juntos con los australianos. Nos han adelantado unos ciclistas y cuando al llegar a la cuesta se han bajado, he pensado «Malo!»
Cuando yo creía que iba más avanzada, he visto que llevaba poco más de media etapa, ¡Casi me da algo! Y la segunda mitad ha sido ya cansada, con dolor de pies y el agotamiento empezaba a pasar factura.
Sólo he parado cuando llevaba dos horas, lo justo para poner de nuevo vaselina en los pies. La barrita de cereales me la he comido andando.
Al llegar al alto de Erro había un puesto de venta ambulante que me ha puesto el sello en la credencial y he comprado un plátano por un euro. Lo que más tenía era refrescos y bollería. Me he sentado sólo para los dos primeros mordiscos y el resto me lo he comido de pie. Al sentarme he notado que hormigueaban los pies y no he querido arriesgarme a que se enfriasen y no poder retomar el Camino.
Quedaban más de 3 kms de bajada entre pizarras. Especialmente dura la cuesta final hasta Zubiri, de pizarra e interminable.
Al final, he visto Zubiri de lejos. Nunca me había puesto tan contenta de ver un pueblo. Al llegar bajo al cartel y hacerme la foto, me he escuchado decir «Ah, pues al final he podido» y me he emocionado.
En el primer albergue no quedada sitio y me han mandado a otro que se llama «La vara de avellano», aquí sí que había sitio y el albergue está genial en cuanto a servicios. 16 euros noche y desayuno (El desayuno a las 7:30, me parece tardísimo, pero no se puede coger sólo dormir).
Lo primero ha sido dar noticia a amigos y familia de que había llegado bien, a través de la lista de difusión que he creado por wasap y así es más rápido, después subir la foto a Facebook e Instagram, porque sé que muchas estabais pendientes de mis noticias.
La siguiente prioridad era la ducha caliente, ¡Oh, por favor, qué placer!, organizarme porque me acababa de bajar la regla y comer.
Duchada y con ropa limpia, he salido por el pueblo con calcetines y zuecos Crocs, al más puro estilo Frank de la jungla. Me da igual, ¡¡ni loca volvía a ponerme las zapas!!
Antes de salir me he cruzado con Agustín, que acababa de llegar al albergue con las niñas y dice que les había extrañado no encontrarnos por el Camino y que he debido de ir muy rápido. Le digo que la etapa se las traía y me dice que la de mañana es peor. Le digo «¿La de mañana también»? Y me dice «¿Cómo que también? La de hoy era buena, la de mañana es todo montaña» Ay madre, ¿¿es que lo de hoy era llano??
He tomado un combinado de espaguetis con albóndigas, que no he podido terminar, naranja y cortado. No me ha sentado muy bien la comida, y eso que he comido super despacio porque he aprovechado a editar las fotos que he hecho y subirlas a mi Facebook personal. ¡¡Ya tengo 79 fotos buenas en 24 horas de viaje!!
Hace frío, me duele el estómago, estoy reglosa y agotada, así que me vuelvo al albergue y de camino me cruzo con el madrileño que cenó anoche con nosotros. En el albergue me encuentro de nuevo a los chilenos y me dice José Luis «En cuanto hemos ido a dejar las botas al zapatero y he visto tus zapatillas, he dicho `Yolanda ya está aquí`» (mis zapas blancas cantan mucho entre las botas oscuras de los montañeros)
Un chico vasco me pregunta qué hago con el móvil, que en el Camino no se usa el móvil. Le digo que no me encuentro bien y que voy al bar a tomar algo caliente. Y me dice «Eso es lo que tienes que hacer, salir, si quieres cenar, te invito» Le doy las gracias y le explico que me encuentro fatal.
Me voy hacia el bar pensando si pedir un café con leche o un carajillo, y de perdidos al río. Al final me pido un café con leche descafeinado y un muffin. Compartí mesa con una pareja encantadora de Barcelona, muy montañeros, y ella con una lesión importante de rodilla.
Me vuelvo al albergue y aprovecho para leer la guía de la segunda etapa, que afrontaré mañana: Zubiri – Pamplona. Escucho a otros peregrinos decir que ya no quedan albergues libres en Pamplona, por ser Semana Santa, así que entro con el móvil en Booking y reservo una de las pocas plazas que quedaban. En ese albergue, concretamente, era la última. Recibo el mail de confirmación y ya me quedo tranquila.
Apagamos luces a las 22,30 pero no había forma de dormir, una de las chicas dormía con un aparato de respiración asistida y se activaba cada poco rato. Realmente, no era muy ruidoso, pero sí lo suficiente como para impedir conciliar el sueño, así que primera noche en mi vida que duermo con tapones en los oídos.
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=zpeXRfiSmYk]
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