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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Nadie nos enseña a amarnos a nosotros mismos. No sabemos amar nuestro cuerpo, incluso hay partes del mismo que detestamos.
A mí me gustaban mis pies, pero quedaron así tras la operación (eso a nivel estético, dolores aparte). Al principio evitaba mirarlos, bromeaba diciendo que me habían cambiado mis pies de princesa por unos de troll.
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Ahora los miro y siento compasión, la misma con la que miraría a cualquier persona que sufre. Los acepto así, como son ahora, me siento agradecida por tenerlos y por poder caminar, aún con dolor, consciente de que no todo el mundo tiene esa suerte.

Les agradezco el haber frenado la vida frenética que llevaba y haberme obligado a replantearme muchas cosas que me estaban asfixiando. Esos dolores y esa rigidez han sido palanca y han potenciado un crecimiento personal brutal. Esas cicatrices son solo una muestra externa de mi proceso interior. Los abrazaría y los besaría, si llegase.
Amo cada parte de mi cuerpo.