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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Como os contaba en mi video «Bye, Superwoman, bye!», he decidido dedicarme tiempo para mí misma, para poder estar más tranquila y controlar mi adicción a la comida. Y lo estoy cumpliendo. No todos los días, porque me es imposible, pero sí con mayor frecuencia de la que yo esperaba.
Uno de los propósitos era buscar una actividad fuera de casa para hacer un par de veces por semana, aparte de mis caminatas diarias y del zumba night party cuando se retome en otoño.

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Llevo dos años queriendo aprender a jugar al padel, pero no ha habido forma de cuadrar horarios con los cursillos y este año ya estaba cerrado el plazo de inscripción. Siempre que alguien me dice que juega al padel, le pregunto si me enseñaría. Y aunque me suelen decir que sí, porque voluntad no les falta, lo cierto es que todos andamos fatal de tiempo y al final no quedamos. El otro día, mi amigo Javi me dijo por wasap que salía de jugar un partido de padel y le pregunté si me enseñaría. Me dijo que encantado, pero después de tantos «sí» que al final se quedan en nada, tampoco le di mucho crédito.
Yo entiendo que no es lo mismo quedar a echar un partido con alguien que sabe, que tirarse una hora tratando de enseñar a alguien que parte de cero.
Pero Javi, que es buen amigo desde hace tiempo, parece que sí se ha animado. Y esta tarde hemos tenido la primera clase. Me dijo que no me preocupase por mi nivel, que tiene mucha paciencia. Y sí que la tiene, pero también da caña, que hoy era el primer día y a la media hora ya me decía «Venga, que el saque es fácil y hoy ya te tiene que salir bien». Cuando me pedía que «cortase» con la pala al golpear la bola, que tenía que prever la trayectoria que iba a seguir la bola al rebotar en el muro, que debía tratar de dirigir cuando devolvía… yo pensaba «Anda que no tienes fe tú ni nada, jajaja». Además, se dedicaba a imitarme cuando hacía cosas mal que debo corregir, y como es un rato payaso, me he reído mucho.
Mi única obsesión es devolver la bola, así la mande a casa Cristo. 😉 Javi me dice que no me esfuerce tanto, que no pasa nada si alguna se pasa sin darle. Pero no puedo, soy como un retriever y he de cobrar mi pieza, me siento como un perro incapaz de ver cómo la pelota pasa de largo.

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Llevo desde que volví de Asturias con un espolón calcáneo en el talón izquierdo que me está matando. Bueno, los espolones los tengo hace años en ambos pies, pero hacía más de cuatro años que no me dolían. Y la verdad es que a ratos me hace cojear, pero ni aún así he dejado mis 5 kms cada mañana.
Hoy, intentando aprender esto del padel he pensado que se me había contracturado el gemelo derecho y aún he estado un rato estirándolo. Pero, tal y como va evolucionando, esto es una distensión muscular, que duele de narices y ya me ha pasado otras veces. Recuerdo la primera vez que tuve que salir de mi cama a las 3 de la madrugada y conducir sola hasta urgencias porque no soportaba el dolor (y os aseguro que para que yo vaya a urgencias he de estar muuuyy mal). El médico me dijo las veces anteriores que no guarde reposo, que siga saliendo a caminar, pero despacio. Y eso, ¿cómo se hace? Yo camino todo lo rápido que puedo sin llegar a correr. ¿Espera que me ponga el despertador a las 6 de la madrugada para salir a pasear? Así que me coloco una banda elástica de presión en el gemelo y tirando millas. En una semana o algo más, se pasa.
Pues así he vuelto de mi primera clase de padel, cojeando del pie izquierdo por el espolón y del derecho por la distensión. Vamos, que estoy como quiero. Intentaré mañana salir a andar, a ver si puedo. Y para el padel ya tenemos pista otra vez para el martes que viene.
Me encanta el subidón mezclado con cansancio que aporta el ejercicio. Me relaja no pensar en niños ni en trabajo durante una hora. Me hace sentir genial aprender algo nuevo, más aún un deporte que llevo dos años intentando iniciarme en él. Adoro la sensación de hacer algo por mí y para mí misma, de cuidarme, sin ningún tipo de remordimiento.
¡¡Gracias Javi!!