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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD
Resulta que vas a Mercadona a comprar navajas y la pescadera te dice como tienes que ponerlas para que saquen la tierra, pero el psiquiatra te receta sendas cajas de antidepresivos y antiepilépticos, con un montón de efectos secundarios, y no te avisa de nada.
Aunque claro, casi es mejor. Yo soy de las que no se leen los prospectos de los pocos medicamentos que tomo, porque si me pongo a valorar los posibles efectos secundarios se me quitan las ganas de tomarlos. Y acabo de leer los prospectos de los fármacos que me han prescrito para poder escribir esta entrada (así he sabido que uno era antiepiléptico) y la verdad es que, a poco aprensivo que sea uno, te entran los siete males.
Yo empecé a tomarlos ayer y a la hora del café ya tenía mucho sueño. Pero es que hoy he dormido siesta y he pasado el día entero en un estado de sopor permanente.
Y ya no es solo el sueño, es falta de coordinación, pérdida de equilibrio físico, falta de razonamiento lógico, lentitud en las reacciones… vamos, que me he unido al movimiento «vivir slow» sin proponérmelo. Es como si me hubiesen cambiado la corriente de 220 a 125 V.
Esto es algo que siempre he querido hacer. Veo a la gente que camina o conduce despacio y pienso «Esta gente vive dos veces» y lo intento hacer como ellos, eh? Pero ufff… pa mi genio!!
Y sí, debería estar contenta por esto. Pero estoy en modo «Ah, pues vale» como mis hijos, que hoy les he llamado para explicarles que se fueron un día antes con papá porque mamá estaba en urgencias y le han dado la baja por depresión. «Ah, vale». Y también les he dicho que como estando de baja no se puede viajar, he anulado el viaje a Eurodisney. «Ah, vale». Y como yo también estoy como estoy, he pensado «Pues vale». A ver si al final resulta que estas pastillas nos ayudan a entendernos.
Lo que yo llevo fatal es la limitación de las pastillas, que me dé miedo conducir, la inestabilidad, la sensación de pérdida de control y desprotección… me desubico mucho. Hoy bromeaba conmigo misma volviendo a casa, pensando que debería colgarme del cuello la cinta portaidentificaciones de cuando era azafata, con mis datos personales, por si algún día me encuentra la policía local sentada en la calle, con la mirada perdida, balanceándome y atusando el pelo de mi muñeca, mientras susurro repetidamente una canción de cuna.
Todos los medicamentos de este tipo tienen unos posibles efectos secundarios que da miedo leerlos, pero también los de la migraña, por ejemplo. No hay que olvidar que sólo son posibles…
Y debes de dejar que, como todo en esta vida, tu cuerpo se adapte poco a poco y los asimile como algo normal. Mucho ánimo y un besito.
Gracias aliesba. supongo que mi temperamento me hace llevarlo especialmente mal. Besos
Hola, Yolanda.
Me alegra volver a encontrar tu particular “chispa” en lo que escribes. Al margen del dopaje, se te reconoce y eso es importante.
Hace algún tiempo, asistí a una charla sobre el estrés dada por un médico, cuya especialidad por cierto es la endocrinología, y explicaba, además de sus devastadores efectos, que la medicina tradicional procura, a través de la medicación, eliminar los síntomas pero sin ocuparse de las causas.
La mayor parte de las enfermedades tienen un componente somático. Algunas personas creemos que la enfermedad del cuerpo es la manifestación física de dolencias del espíritu.
En el caso del estrés, y volviendo a las explicaciones del médico al que me refería, es un mecanismo de defensa que permite enfrentarse a las situaciones de riesgo o peligro. Ante una situación de amenaza, nuestro cuerpo se prepara física y químicamente para huir o combatir.
En el mundo animal, este mecanismo funciona perfectamente y todo el arsenal químico se libera huyendo (la gacela escapando del león, un conejo de un perro, etc.) o luchando. Pero ¡ah! llegamos a los animales ¿superiores? que se supone que somos. En primer lugar, somos la única especie que se tensiona no únicamente ante la realidad, sino también ante lo que imagina. Nuestras amenazas, la mayor parte de las veces, están fabricadas por nuestra propia mente y nuestra capacidad “elucubradora”. Imposible huir ni defenderse de algo que aún no ha pasado y que igual ni siquiera pasará, o pasará de una manera diferente. Así que el miedo nos hace entrar en situación de estrés, fabricamos la química …. Y nos la quedamos. Cocktail de subidón pa nuestro cuerpo serrano …. sin darle ningún uso ni relajación posterior.
Por otro lado, nuestra forma de vida conlleva amenazas reales ante las que no es posible ni huir ni defenderse. El doctor nos ponía este ejemplo: vas en tu coche a trabajar con el tiempo justo y ¡zas! atasco. La tensión aumenta y el cuerpo se prepara para ¿huir? No puedes bajarte del coche, dejarlo allí en medio y salir corriendo. ¿Combatir? ¿Te lías a mandoble con el resto de conductores para que te abran paso? Pues no, a no ser que tengas la suerte de tener una inteligencia emocional bien desarrollada, te quedas notando como sube la adrenalina y se te encoge el estómago (es el primer órgano donde se refleja el estrés)
Cuando, al fin, tienes la suerte de llegar al trabajo, resulta que el jefe tiene un mal día, los compañeros no se muestran muy colaboradores, el correo está saturado, y el teléfono suena sin parar, y cada llamada nos plantea problemas que resolver.
¿Te aplicas la película, Yolanda? Todos esos kilómetros que tienes que hacerte, sobrecarga laboral, exigencias de tu empresa, preocupación por tus hijos solos en casa, probablemente también preocupación por tus finanzas ….. y cuando al fin llegas a tu hogar …. te esperan otro tipo de problemas debido a la que quiera que sea la casuística de tus pequeños.
¿Te extrañas de lo que te pasó el otro día? Es lo más sano y lo más normal del mundo. Se te escapó tanta angustia acumulada y tuviste una crisis. Y los psiquiatras hicieron lo que suelen hacer. Mandarte a un limbo de medicación en el que no existe el dolor emocional porque se anulan las emociones. Y probablemente estuvo muy bien para atajar de forma rápida esa crisis. Rápida, pero ¿definitiva?
Creo que ante una problemática real como la que tú tienes, lo que hacen falta son soluciones. Y mientras se encuentran las soluciones, el trabajo es fundamentalmente interior. La visión del observador modifica lo observado. Porque me consta que eres como una esponja, que te trabajas para crecer como ser humano, y hablas a menudo de las herramientas que has ido adquiriendo para manejar tu compulsión, seguro que encuentras un sistema mejor que la medicación para, a largo plazo, conseguir colocar tu problemática sin descolocar tu soplo vital.
Eres muy grande, Yolanda. Un gran abrazo.
Gracias Maite por tan bonito y extenso mensaje. Completamente de acuerdo contigo. se me diagnostica insuficiencia respiratoria cuando solo necesito que me levanten la losa de hormigón que me impide respirar. Lamentablemente no veo el modo de.levantarla, ni a la puertas donde he llamado tampoco me han dado soluciones. Gracias por tu mensaje, envuelto en abrazos.
Hola guapa! En ese punto está mi mAdre ! Va a 125 o menos y me da mucha penita . Con casi 77 años y en proceso de valoración posible demencia senil ! Ojalá todo sea producto de la depre
Un abrazo
Vaya, lo lamento. Te mando mucho ánimo, Nuria. Un beso.