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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

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«¿Estabas, pues, verdaderamente triste el día que viste cuarentena y tres veces la puesta de sol? Pero el Principito no respondió.»
Yo sí que estoy hoy verdaderamente triste. A veces me decís que os contagiáis de mi estado de ánimo,  pero algunas de vosotras también sois muy mías.
Hace unos días, una de mis niñas me comunicaba, al mismo tiempo que a las personas más importantes de su vida, que estaba embarazada. Con ella, además de nuestro trastorno alimenticio, nos une un largo recorrido por el mundo de la infertilidad, lo que hizo nuestro vínculo mucho más fuerte.
Me hizo llorar con la noticia de su embarazo y he llorado hoy al saber su pérdida. Si nos quejamos de la incomprensión de nuestro trastorno alimenticio o del poco tacto de algunos comentarios, ni os cuento lo que se sufre con este tema.
Yo, tras dos abortos, me oí comentarios del tipo «Qué, cuando encargáis? «, o «A ver si no vais a valer», «Seguro que cuando te relajes te quedas embarazada» y, el mejor de todos, «Bueno, al menos mientras lo intentáis os lo pasáis pipa»
¿Pipa? ¿Qué sabe la gente de temperaturas basales, de control de estrógenos, de control absoluto de fases ovulatorias, de posturas que supuestamente facilitan la concepción,  de relaciones programadas buscando la fase fértil, de aguantarte el deseo cuando tienes ganas y tener relaciones por obligación? Y el desgaste de ver, cada mes, una vez más,  como te baja la regla…
Y cuando pierdes los embarazos no hay nada, nada, que pueda consolarte. Recuerdo que me decían «Tranquila, seguro que venía mal, es mejor así» Lo que nadie puede entender es que, aunque viniese mal, yo ya amaba a ese bebé,  era mi hijo y quería tenerlo.
Yo no he sido capaz de dar una palabra de ánimo a ninguna madre que haya perdido su embarazo después de mis abortos. Sólo estar a su lado y acompañarla en su dolor.
Así que si hoy, cariño mío, has echado en falta mis palabras en wasap, ya sabes por qué es. Hoy tu dolor es mi dolor. Te quiero, mi niña.