Clase online GRATUITA de acceso INMEDIATO

8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Como ya sabéis, la semana pasada me mantuve entera abstinente y bajé mucho peso. Esta semana iba igual de bien y me envolvía el subidón del «I CAN», máxime cuando ayer tuve un día horrible de principio a fin y no rompí mi abstinencia.
Hoy ha sido un día complicado a nivel emocional y he estado picoteando. No me he saltado la dieta, porque no me he pasado de puntos, pero sí que he comido esta tarde de forma compulsiva alimentos permitidos.
Esto no es atenuante, ya que mi objetivo primordial no es bajar de peso sino controlar mi adicción a la comida. Y hoy no he sido capaz de hacerlo.
Si tuviese que usar una imagen para explicaros cómo me he sentido, quizá debería usar esta:

Uploaded with ImageShack.com
Porque así es como me he visto, como una niña asustada. Después de 12 días abstinente, me veo de nuevo refugiándome en la comida cuando me vengo abajo. Fin del subidón.
Hinco rodilla en tierra, pero no me caigo. Lejos de ello, aprendo. Aprendo que este fantasma es más fuerte de lo que yo creía y que no será fácil sacarlo de debajo de mi cama. Aprendo que he de encontrar a esa niña de la foto que llora y sufre dentro de mí y preguntarle qué le sucede y ayudarle a sanar sus heridas. Vencer sus miedos para vencer los míos.
Ese diálogo ha de remover mucho dolor de mi pasado. Heridas que he de destapar para curarlas y dejar que cicatricen de una forma sana y limpia. Mi mayor miedo ahora es la vorágine emocional a la que me he de someter para este proceso y la presa fácil en que me voy a convertir para mis fantasmas.
El primer paso para derrotar a tu enemigo es conocerlo. Yo siempre he dicho que como cuando estoy aburrida, triste, cansada… hoy he aprendido que soy capaz de permanecer abstinente ante un día agobiante como el de ayer, de cansancio extremo hasta llegar a la extenuación, pero ante lo que me vuelvo irremediablemente vulnerable es ante el desamor, ante la necesidad de ser querida  (y hablo de amor en general).
He de encontrar a esa niña que perdí por el camino, en algún momento de mi vida, curarla, y quererla. Y quererme.
Me ha venido a la cabeza una frase que escribió un compañero de foro en mis primeras andanzas por internet hará unos 13 años y que siempre me impresionó. Hoy ha cobrado sentido especialmente para mí.
«Ráfagas de intemperancia que destruyen en un segundo una estabilidad, aunque sea falsa, y una paz que, de por sí, es guerrera»