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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD
Esta tarde he cenado muy pronto porque tenia hambre y ansiedad. Llevo todo el día ansiosa. Sí que recuerdo haber hecho hoy un comentario en plan «Vuelven mañana los niños, se acabó la tranquilidad, qué bien he estado una semana sin discutir con nadie», pero no he sido realmente consciente de lo que me sucedía hasta que me han preguntado en Facebook si mi ansiedad de hoy era porque me había sucedido algo, o si había tenido un mal día. Mi primer pensamiento ha sido «Ni lo uno, ni lo otro» pero enseguida he identificado que era porque vuelven mañana los niños. Y, aunque tengo ganas de verlos porque llevan una semana con su padre, también son fuente de conflictos y me desestabilizan muchísimo.
Y de repente ha sido como tomar conciencia de golpe de la situación y me he comido un puñado de nueces y una rebanada de bizcocho. A tomar por saco la cetosis. 🙁
He empezado a llorar, sentía que me había traicionado a mí misma. Por primera vez en una situación así, estaba segura de que no iba a seguir comiendo, que no iba a ser un atracón. A pesar de eso, estaba tan asustada después de meses de control, que he estado a punto de irme a la calle para asegurarme de no seguir comiendo.
Había quedado con mi hermana Lulú que me iba a llamar por teléfono porque acaban de volver de vacaciones y llevamos varias semanas sin poder hablar. Sabéis que es la persona que más me reconforta y es el pilar de mi vida, y sin embargo, cuando ha sonado el teléfono, he dudado si cogerlo porque no sabía si quería hablar con ella. En realidad no quería hablar con nadie.
Ella me ha tranquilizado «Mira todo lo que has conseguido en poco tiempo, si también supieses gestionar esto serías WonderWoman!»
Controlar la compulsión durante meses es un gran triunfo. Comerse un trozo de bizcocho y unas nueces y no seguir devorando en una vorágine de comida, es otro logro.
Voy a ser constructiva y a quedarme con eso. Rota la cetosis, pero no espero ni a mañana a retomar la dieta. No me lo puedo permitir. No me merezco tratarme mal, ni faltarme así al respeto. Y me repito como un mantra las afirmaciones que tantas veces me han ayudado «Si el problema no es el hambre, la comida no es la solución» y «La comida no es una compensación si después de tomarla no me siento mejor».
No están mal estos baches de vez en cuando para recordarnos lo frágil que es la abstinencia y que no dejamos de ser comedoras compulsivas.
Y ahora, me hago a mí misma la broma que os repito a todas cuando me escribís ante una situación parecida «Reza un padrenuestro y dos avemarías… y para adelante».
No os asustéis, ya estoy mejor. Pero aunque ya ha pasado, tenía que contároslo.
Debes de poder perdonarte ese tropiezo. Has demostrado ser fuerte, y esyo no lo cambia una comida inapropiada, un paréntesis que ya has cerrado. Un abrazo fuerte, niña.
Gracias Alina, ya estoy bien. Besos
!Ups! No es «esyo», claro.
Me alegra que estés bien. ¡Que tengas un gran año!