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8 PASOS PARA COMER SIN ANSIEDAD

Llevo 21 días de Protocolo Autoinmune.

Cambios que vienen para quedarse

Me sorprende bastante haber eliminado sin esfuerzo productos habituales en mi dieta, como el café, la cola zero que tomaba medio vaso al día, o el vino cuando salgo. Si no hiciese el PAI no tomaría tinto con este calor, pero sí un verdejo fresquito.

Se me hace raro que ya no formen parte de mis costumbres. Es raro que ni los extrañe. Supongo que es por lo mentalizada que estoy de hacer lo más adecuado para mi salud.

Hay otros alimentos que sí que extraño. Y más ahora que tengo a los niños conmigo esta quincena y compro cosas que cuando estoy sola ni tengo en casa desde que empecé el PAI, como pan, pasta, queso, leche, galletas… Lo cierto es que me apetecen, pero lo controlo sin mucho sufrimiento.

Las comidas

Desde que decidí volver a tomar alimentos de la lista naranja (aptos PAI, no recomendables SAF) es mucho más cómodo.

Generalmente, desayuno 2 o 3 lonchas de jamón serrano con lo blanco y una pieza grande de fruta.

A mediodía tomo mucha verdura con carne a la plancha.

Para cenar, prefiero la ensalada de lechuga con sepia, marisco, pescado…

Si tengo hambre entre comidas, tomo fruta o alguna lata de mejillones o berberechos.

¿Cómo me siento?

Te confieso que un poco desanimada. La primera semana fue muy chula. Cuando logré remontar los dolores de cabeza por retirar el café, me sentí tan enérgica y sin dolor, que creí que esa sensación iría in crescendo. Pero no ha sido así. De hecho, desde aquella primera semana, no he notado ningún cambio.

Bueno, sí, que he recuperado el medio kilo que bajé la semana anterior. 🙁

Al comentarlo en el grupo de Facebook de Episalud, me hicieron entender que tuve mucha suerte notando mejoría en los primeros días. Ya que no es lo habitual. Hay muchas personas que tardan 4 meses a ver una evolución.

Así que me lo replanteo como cuando haces una dieta para adelgazar y sabes que lo estás haciendo bien, pero la báscula no baja. Y te dices «Confía, si lo estás haciendo bien, antes o después, bajará». Pues yo confío en que mi agotamiento mejorará con el paso del tiempo. Quiero creerlo.

Te confieso que no sé si seré capaz de llevar el PAI durante 4 meses si no veo algo que me aliente. Cuando la empecé, aseguré que si en 30 días no me sentía como una gimnasta olímpica, la dejaría. 😉 Bueno, estoy en modo prueba. Iré viendo…

Un nuevo hilo del que tirar

Desde que comencé a participar en el grupo de Episalud, la descripción de mi caso les hizo creer que tenía algún problema de tiroides.

Me dijeron que pidiera analíticas, en las que la TSH me dio 4.16 y la T4 marcaba 0.89. Mi médico dijo que eran normales. Pero, por lo visto, hay endocrinos que trabajan con otro rango de valores. O que, gracias a su especialización, son capaces de detectar otros problemas ante unos resultados aparentemente normales.

Así que pedí cita con una endocrino de Tenerife, con la que tengo una cita por Skype a finales de julio. La encontré en Facebook y le expuse mi caso. Me dijo algo realmente interesante…

Tras mis abortos de repetición, me miraron buscando el origen y me detectaron una hiperprolactinemia. Empecé tomando Parlodel pero me tiraba la tensión por los suelos y me mareaba conduciendo. Así que lo dejé, ya que tener la prolactina alta no me producía más síntomas que la esterilidad.

Me la llevan controlando anualmente desde hace 15 años. Los valores nunca han pasado de 100. Y descartaron un adenoma en la hipófisis con una resonancia magnética. Nunca nadie le dio más importancia.

Pero esta endocrina me dice que la prolactina alta suele indicar un déficit de dopamina. Y eso podría justificar mi agotamiento. Podría haber más causas o no. Ya os iré contando. Lo cierto es que ahora mis esperanzas apuntan a ella.

La paz del diagnóstico

Me da mucha paz ver que hay factores físicos que pueden ser los causantes de mi agotamiento. Durante mucho tiempo me he culpabilizado. Si salgo por la mañana a hacer gestiones, tengo que echarme la siesta porque estoy agotada. Ese es el plan. Puedo aguantar un exceso, pero lo pago después.

Doy gracias a que trabajo sentada. Si tuviese el trabajo de antes, no podría hacerlo.

Tenía que esforzarme para parar el diálogo interno que me decía que no era posible estar cansada con tan poco esfuerzo, que debería aguantar más… Por eso, pensar que quizá esté justificado, me alivia. No soy una floja. En fin, algo parecido a lo que me pasó con el trastorno por atracón hasta 2013, cuando creía que a nadie más le pasaba y estaba loca.

Realmente, no sé ni cómo debería sentirme. No recuerdo la última vez que me levanté descansada una mañana. A veces, por habituales, incorporamos como normales síntomas y situaciones que no lo son.

No ayuda mucho el desconocimiento por parte de los médicos de estas enfermedades autoinmunes, que cursan con una sintomatología tan diversa como cada paciente. No hay dos casos iguales. Ayer me contaba mi farmacéutica que tiene lupus y llevaban 2 años probando tratamientos para la piel y diciéndole que tenía depresión porque todo eso sólo estaba en su cabeza.

Voy a proponerte algo

Y tú ¿qué haces en verano?

Por norma general, en verano nos relajamos. Pero también es cierto que solemos tener más tiempo que durante el curso escolar y vivimos más tranquilos.

¿No crees que podría ser un buen momento para empezar a quererte? De este modo, cuando lleguen los agobios de la vuelta al cole y al trabajo, te será más fácil mantener lo logrado, que sumar nuevos objetivos a un mes tan complicado como septiembre.

La autoestima: pilar en la vida


Tener una buena autoestima, ponernos en valor y respetarnos es fundamental para ser felices. También es un trabajo paralelo si queremos dejar de recurrir a la comida cuando no nos sentimos bien con nosotras mismas.

Muchas veces, esperamos este reconocimiento de los demás, sin entender que debemos empezar por nosotras mismas.

Porque, si tú no te amas, ¿quién podrá hacerlo?

Te lo voy a poner super fácil


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